Cuzco, Perú – En un giro alarmante de los acontecimientos, cientos de turistas se encuentran atrapados en Machu Picchu, víctimas de una ola de protestas y bloqueos liderados por habitantes locales que afirman que el famoso sitio arqueológico les pertenece. La tensión ha escalado a niveles críticos, con informes de turistas chilenos secuestrados y enfrentando condiciones extremas, sin acceso a comida o atención médica.
Desde el inicio de la huelga el 24 de enero, la situación ha sido caótica. Las autoridades han intentado mediar, pero las demandas de los manifestantes, que exigen el cierre de rutas y el rechazo a un nuevo sistema de venta de boletos, han paralizado el acceso a la maravilla del mundo. Los turistas, en su mayoría de diversas nacionalidades, se ven obligados a caminar largas distancias bajo la lluvia, mientras el transporte ferroviario y terrestre ha sido bloqueado.
Los testimonios son desgarradores. Familias enteras reportan estar sin comida y con niños durmiendo en el suelo. Un adulto mayor con diabetes no tiene acceso a medicación, mientras que otros se encuentran desesperados por ayuda. Las imágenes de estos turistas, atrapados y vulnerables, están causando una vergonzosa percepción internacional sobre Perú, que se ve amenazado por el caos y la falta de control gubernamental.
La raíz del conflicto parece ser una lucha de poder entre mafias locales que han estado monopolizando el turismo en la región. La comunidad exige que el gobierno anule contratos con empresas que buscan modernizar el sistema de acceso al sitio, argumentando que estos acuerdos no han sido socializados adecuadamente. Sin embargo, muchos críticos advierten que esta es una táctica para mantener el estatus quo de corrupción y privilegios.
La situación en Cuzco es un reflejo de una crisis social más profunda, donde la demanda de derechos y beneficios de un grupo ha llevado a la paralización de una de las joyas turísticas del mundo. Si no se encuentra una solución rápida, el impacto en la economía local y la reputación del país podría ser devastador. Las miradas del mundo están puestas en Cuzco, y la presión sobre el gobierno para actuar es más urgente que nunca.