A los 86 años, Jorge Rivero, uno de los íconos del cine mexicano, ha compartido revelaciones impactantes sobre su carrera y las sombras que la acompañaron. En una reciente entrevista, el actor rememoró los sacrificios y humillaciones que enfrentó en su camino hacia el estrellato, un mundo que, a menudo, oculta más de lo que muestra.
Rivero, quien comenzó su carrera en el cine en los años 60 como culturista, rápidamente se estableció como un símbolo 𝓈ℯ𝓍ual gracias a su carisma y físico. A pesar de su éxito, confesó que muchas de las escenas que realizó en su juventud, algunas de ellas consideradas atrevidas para la época, fueron el resultado de presiones del sistema. Recordó cómo, durante el rodaje de “Verano ardiente”, se vio obligado a repetir una escena íntima en múltiples ocasiones, lo que lo hizo cuestionar los límites de su dignidad. “Sentí que estaban sobrepasando ciertos límites”, expresó.
A lo largo de su trayectoria, Rivero también enfrentó rumores sobre su vida personal, incluidos romances con actrices prominentes y la tragedia de la muerte de la actriz Ai, con quien trabajó en “El ángel negro”. Aunque nunca confirmó estos rumores, los ecos de su vida amorosa han perdurado en el tiempo, alimentando el interés del público.
A pesar de haber dejado el cine, Rivero ha mantenido una rutina de ejercicio y ha reflexionado sobre su legado. Criticó el estado actual del cine mexicano, lamentando la falta de diversidad en las historias que se cuentan. En sus palabras, “el cine mexicano como lo conocíamos ya no existe”.
Con su vida en Los Ángeles, Rivero ha optado por una existencia más tranquila, alejada del ruido mediático. Sin embargo, su historia sigue siendo un recordatorio de los desafíos que enfrentan los artistas en su búsqueda de reconocimiento y éxito en una industria despiadada. A medida que comparte sus experiencias, invita a los espectadores a reflexionar sobre el verdadero costo de la fama.