La tragedia envolvió la vida de dos íconos del espectáculo mexicano: Enrique Lizalde y Alma Muriel. Enrique, nacido en abril de 1936 en la Ciudad de México, fue un actor reconocido por su imponente presencia y su voz profunda, convirtiéndose en un referente en el cine y la televisión durante los años 60 y 70. A lo largo de su carrera, participó en alrededor de 30 películas y más de 40 telenovelas, ganándose el respeto del público y de sus colegas.
Su relación con la actriz Alma Muriel, quien también destacó en el ámbito artístico, fue una de las más intensas y trágicas de su vida. Su romance, que comenzó con una profunda conexión por el arte, se tornó tumultuoso a medida que las presiones de sus respectivas carreras aumentaron. Tras su separación, Alma enfrentó severos problemas emocionales que la llevaron a una clínica de salud mental, un episodio que marcó profundamente su vida.
La muerte prematura de Enrique en junio de 2013, a causa de complicaciones de salud, fue un golpe devastador para Alma, quien nunca logró recuperarse por completo de su pérdida. La intensidad de su relación y las secuelas emocionales dejaron cicatrices imborrables en ambos. Enrique, conocido por su dedicación al arte y su compromiso con los derechos de los actores, dejó un legado que se siente hasta hoy, incluyendo la fundación de un sindicato de actores en México.
Alma, por su parte, vivió una vida llena de altibajos, destacándose en el cine y la televisión, pero también enfrentando tragedias personales, como la pérdida de un hijo en un embarazo. Su carrera, que la llevó a ser reconocida por su talento y su capacidad de interpretar personajes complejos, estuvo marcada por la lucha entre el éxito profesional y el dolor personal.
Ambos artistas dejaron una huella indeleble no solo en el espectáculo mexicano, sino también en la memoria colectiva de quienes siguieron sus trayectorias. Su historia es un recordatorio de la complejidad de la vida en el ojo público, donde el amor y el sufrimiento a menudo se entrelazan, creando relatos que perduran en el tiempo.