Abel Salazar, uno de los actores más emblemáticos de la época de oro del cine mexicano, falleció hace 30 años, pero su legado sigue vivo en la memoria colectiva. Recientemente, su esposa, Teresa Aguilar, rompió el silencio y compartió detalles sobre su vida personal y los intrincados romances que marcaron la existencia del actor.
Nacido en 1917 en la Ciudad de México, Salazar se destacó en la pantalla grande por sus papeles junto a leyendas como Pedro Infante y Germán Robles. Sin embargo, su vida amorosa estuvo rodeada de controversias. Su matrimonio con Alicia Cárdenas, hija del expresidente Lázaro Cárdenas, fue objeto de especulaciones. Se dice que la unión fue impulsada por la presión social y política, y aunque tuvieron dos hijas, su relación duró solo seis años, marcada por rumores de inestabilidad.
Después de su divorcio, Salazar se reencontró con Gloria Marín, a quien describió como el gran amor de su vida. Su relación, aunque intensa, fue breve y tumultuosa, culminando en otro divorcio. En 1960, Salazar se casó con Rosita Arenas, pero este matrimonio también enfrentó desafíos y terminó tras dos años.
A lo largo de su carrera, Salazar participó en más de 90 películas, destacando en géneros que iban desde el melodrama hasta el terror. Su carisma y talento lo convirtieron en un ícono del cine mexicano, dejando una huella imborrable en la industria. A pesar de los altibajos en su vida personal, su legado perdura, y su historia fascinante sigue cautivando a nuevas generaciones. Teresa Aguilar, en su revelación, recuerda a Salazar no solo como un gran actor, sino como un hombre que enfrentó con valentía los retos de la vida y el amor, un recuerdo que continúa inspirando a muchos.