En los últimos años, un grupo de celebridades mexicanas ha sido objeto de críticas por sus comentarios considerados poco patrióticos, lo que ha llevado a que sean tachados de “vendepatrias” por una parte de la opinión pública. Esta controversia resalta un fenómeno interesante en la cultura mexicana: la exigencia de lealtad y respeto hacia el país, especialmente de aquellos que han alcanzado la fama.
Uno de los casos más recientes involucra a A.B. Quintanilla, hermano de la icónica Selena, quien desató la ira de los mexicanos tras expresar su miedo a ser asesinado en la Ciudad de México mientras se encontraba en un aeropuerto. Sus palabras, consideradas ofensivas, generaron una ola de descontento en redes sociales. Aunque se disculpó, muchos creen que su carrera se ha visto afectada por estas declaraciones.
Andrea Legarreta, conductora del programa “Hoy”, también fue blanco de críticas cuando minimizó el impacto del aumento del dólar en la economía mexicana. Su afirmación, que generó burlas y memes, la llevó a aclarar que nunca quiso decir que no afectaría a las familias, pero la percepción de insensibilidad persistió entre los internautas.
Por otro lado, Dana Paola se encontró en medio de una controversia tras preferir España sobre México en una entrevista. Aunque intentó retractarse de sus comentarios, el daño ya estaba hecho, y la joven actriz enfrentó una avalancha de críticas. Similarmente, Bárbara de Regil causó revuelo al mostrar preferencia por Halloween sobre el Día de Muertos, lo que provocó indignación entre quienes consideran esta celebración como parte fundamental de la identidad cultural mexicana.
Incluso grupos musicales como “Grupo Frontera” han sido señalados por su conexión con políticas estadounidenses impopulares, lo que ha resultado en abucheos en sus presentaciones. Estos episodios ponen de manifiesto la fuerte relación entre la identidad nacional y la percepción pública en México. La respuesta del público a estos comentarios revela un deseo por la autenticidad y la lealtad hacia el país, dejando claro que la traición, incluso en palabras, no es bien recibida.