¡CARLOS GONZÁLEZ ESTÁ MUERTO! La conmoción recorre México tras la brutal ejecución del vocalista del grupo Fugitivo, Carlos González, quien fue asesinado a plena luz del día en Reyosa, Tamaulipas. El crimen, ocurrido esta tarde en el barrio Santa Cecilia, ha desatado una ola de temor en la comunidad musical y más allá.
A las 16:17, testigos presenciaron cómo un sicario, sin mediar palabra, se acercó a Carlos mientras este caminaba hacia una tienda. Con una frialdad escalofriante, el atacante disparó cinco veces, dejando al cantante tendido en el suelo, aún sosteniendo el café que había comprado. La escena se llenó de gritos y desesperación, testigos horrorizados se abalanzaron hacia él, pero era demasiado tarde. La violencia había cobrado otra vida.
Carlos, el único sobreviviente de un ataque armado que había diezmado a su banda hace más de una década, había estado viviendo bajo amenazas en las semanas previas a su muerte. Fuentes cercanas revelan que estaba trabajando en un libro donde planeaba contar su versión de los sucesos que lo marcaron. ¿Acaso su búsqueda de la verdad le costó la vida? La policía ha encontrado cinco casquillos de munición calibre 9 mm en la escena, y las investigaciones están en marcha, pero hasta ahora no hay detenidos.
La indignación se ha apoderado de las redes sociales, donde miles de fans exigen justicia. “Lo mataron como a un perro”, gritó Doña Lupita, dueña de la tienda donde ocurrió el crimen. Carlos no solo era un artista, era un símbolo de resistencia en un país donde la violencia parece no tener fin. La pregunta que resuena en cada rincón es clara: ¿Quién mandó matar a Carlos y por qué?
Las autoridades prometen intensificar los esfuerzos para esclarecer este brutal asesinato, pero el miedo y la incertidumbre persisten. La muerte de Carlos González no solo es una tragedia personal, es un reflejo de un sistema que permite que la violencia silencie voces. La verdad debe salir a la luz, y México espera respuestas.