El 14 de agosto de 1988, el mundo del automovilismo se paralizó ante la noticia devastadora: Enzo Ferrari, el legendario fundador de la escudería que lleva su nombre, había fallecido a los 90 años en su hogar de Módena, Italia. Considerado un titán en la industria automotriz, Ferrari había transformado su pasión por los coches en un imperio que sigue siendo sinónimo de velocidad y lujo.

La salud de Enzo había estado deteriorándose en los últimos años, sufriendo problemas renales que lo llevaron a someterse a tratamientos de diálisis. A pesar de su fragilidad, su espíritu indomable nunca flaqueó. En los días previos a su muerte, Ferrari se encontraba rodeado de su familia, cerrando negocios cruciales para la continuidad de su legado. Su partida marcó el fin de una era, dejando un vacío imposible de llenar en el corazón de los aficionados y en la historia del automovilismo.

Nacido en 1898, Enzo Ferrari había comenzado su carrera en un entorno humilde, pero su ambición lo llevó a convertirse en un ícono. Desde sus inicios como piloto hasta la fundación de su escudería en 1929, su vida estuvo marcada por una determinación feroz y una visión innovadora. A pesar de enfrentar tragedias personales y desafíos profesionales, como la pérdida de su hijo Dino y la devastación de la Segunda Guerra Mundial, Ferrari nunca se rindió. Su legado, forjado con esfuerzo y pasión, continúa inspirando a generaciones de amantes de los coches.

El funeral de Ferrari fue íntimo, con solo 12 personas presentes, un reflejo de su deseo de privacidad en sus últimos momentos. Sin embargo, su marca se ha mantenido más fuerte que nunca, dominando las pistas y convirtiéndose en un símbolo cultural global. La historia de Enzo Ferrari es un recordatorio de que, en el mundo de la velocidad y la competencia, lo más importante es la perseverancia y la pasión. Su vida, llena de gloria y controversias, sigue acelerando en el corazón de quienes aman la velocidad.