El próximo 14 de junio, más de 1800 ciudades en Estados Unidos se preparan para un estallido de protestas bajo el movimiento “No Kings”, en respuesta al desfile militar que el presidente Donald Trump ha programado para celebrar su cumpleaños y el aniversario de las Fuerzas Armadas. Este evento, que se espera sea monumental en escala y costo, ha encendido la furia de los manifestantes que consideran que la administración Trump se ha desviado hacia un autoritarismo alarmante.
Con el lema “Un día de desafío”, el movimiento 5051, que representa 50 protestas en 50 estados, se alza contra lo que sus organizadores describen como un uso indebido de fondos públicos para un espectáculo militar ostentoso, mientras los derechos de los ciudadanos son erosionados. “No vamos a permitir que se organice un desfile financiado con decenas de millones de dólares de nuestros impuestos mientras nos arrebatan nuestros derechos”, afirman los líderes del movimiento.
Las manifestaciones se centrarán en Nueva Jersey, donde ciudades como Newark y Trenton ya han confirmado su participación. Sin embargo, el eco de la protesta no se limitará a las fronteras estadounidenses; se han registrado más de 16 movilizaciones en todo el mundo, desde Europa hasta México y varias naciones africanas, uniendo voces en un clamor global contra el culto a la personalidad y en favor de políticas que prioricen el bienestar colectivo.
La tensión se palpita en el aire mientras las fuerzas armadas refuerzan las carreteras de Washington para el desfile, un despliegue que podría costar decenas de millones de dólares. Este 14 de junio, la sociedad estadounidense se enfrenta a un momento decisivo: ¿serán capaces de alzar sus voces contra un sistema que consideran cada vez más opresivo? La cuenta regresiva ha comenzado, y la pregunta que queda es: ¿qué impacto tendrán estas protestas en el futuro político del país?