México deja de vender acero a Estados Unidos

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México ha decidido dejar de vender acero a Estados Unidos en respuesta a los aranceles del 50% impuestos por el presidente Donald Trump. Esta medida, que muchos consideran un disparo en el pie para la economía estadounidense, podría tener repercusiones devastadoras para la industria norteamericana. La imposición de estos aranceles no solo encarecerá el acero en Estados Unidos, sino que también provocará una escasez crítica, obligando a los fabricantes a buscar suministros en países lejanos como Vietnam y Corea del Sur.

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha advertido que si Trump no revierte su decisión antes del fin de semana, el país cancelará todas las exportaciones de acero y aluminio hacia el norte, lo que pondría en riesgo miles de empleos en la industria estadounidense. Actualmente, el 80% de las exportaciones mexicanas de acero se dirigen a Estados Unidos, siendo vitales para sectores como la construcción y la industria automotriz, que ya están enfrentando una crisis por la falta de estos metales.

Los precios del acero y del aluminio han comenzado a dispararse en el mercado estadounidense, paralizando proyectos de infraestructura y afectando la manufactura de automóviles, maquinaria pesada y armamento. La falta de acero mexicano podría dañar no solo la economía, sino también la seguridad nacional, especialmente en un contexto de creciente tensión con China, que controla gran parte de la producción de estos metales.

La situación es crítica. Las siderúrgicas estadounidenses están operando a máxima capacidad, y muchos contratistas militares que inicialmente apoyaron a Trump están reconsiderando su respaldo ante el aumento de costos. Mientras tanto, México está redirigiendo su producción hacia mercados europeos y asiáticos, buscando nuevos compradores en un entorno cada vez más competitivo.

La guerra comercial entre ambos países podría intensificarse en las próximas semanas, y México ha dejado claro que no dudará en tomar medidas drásticas si la situación no se resuelve. La economía estadounidense, ya vulnerable, se encuentra al borde de una crisis industrial que podría tener efectos de largo alcance.

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