Tragedia en Santo Domingo: el icónico artista Rubby Pérez encuentra su final bajo los escombros de un colapso devastador durante su concierto en el Jetset Club. La noche del 7 de abril prometía ser una celebración de merengue, pero se transformó en un infierno cuando el techo del club, debilitado por un incendio previo, se desmoronó mientras Pérez se presentaba ante su ferviente audiencia.
La atmósfera vibrante se tornó caótica minutos antes de la medianoche. A medida que Rubby comenzaba su actuación, un polvo fino caía del techo, un signo ominoso que muchos confundieron con efectos escénicos. Sin embargo, el peligro era real, y a las 12:55 AM, el colapso fue inminente. Con un estruendo aterrador, parte de la estructura se desplomó, aplastando a numerosos asistentes y alcanzando al propio Rubby.
El pánico se desató: gritos, cuerpos apilándose en salidas bloqueadas y una lucha desesperada por escapar de la oscuridad y el caos. La tardanza de los servicios de emergencia complicó la situación, con la magnitud del desastre superando las capacidades iniciales de respuesta. A las 2 AM, la tragedia ya había cobrado 27 vidas, y las cifras continuaban en aumento.
Con el amanecer, la devastación era evidente. El icónico merenguero fue encontrado sin vida entre los escombros, marcando un doloroso final para una figura que había hecho vibrar a generaciones enteras. La noticia se esparció como un fuego, sumiendo a la nación en una profunda tristeza y rabia. El presidente Luis Abinader declaró tres días de duelo nacional, mientras que la indignación crecía por las advertencias ignoradas sobre la seguridad del club.
A medida que las labores de rescate continuaron, el número de fallecidos ascendió a 221, y más de 190 heridos fueron atendidos. Este desastre, que debió ser una celebración de música, se convirtió en la más oscura tragedia de la historia reciente del país, dejando un eco triste que retumbará en cada rincón del Caribe y más allá.