El mundo del espectáculo mexicano ha sido testigo de innumerables historias, pero pocas son tan impactantes como la historia de Raúl Velasco, un presentador que, a pesar de su éxito, es recordado como el peor enemigo de los artistas mexicanos. Conocido por su emblemático programa “Siempre en domingo”, Velasco tuvo la capacidad de catapultar a muchos artistas al estrellato, pero su trato preferencial hacia los artistas extranjeros dejó una huella amarga en la comunidad artística nacional.
A lo largo de su carrera, Velasco se hizo famoso por rechazar a los nuevos talentos mexicanos, mientras que celebridades internacionales como Julio Iglesias y Camilo Sesto recibían un trato privilegiado. Según testimonios de artistas como Jorge “Coque” Muñiz y Lucha Villa, muchos se sintieron humillados por su forma de actuar. Velasco, quien se autodenominaba un presentador que “no hacía artistas”, solía exigir estándares inalcanzables a los mexicanos, mientras que a sus amigos extranjeros les ofrecía oportunidades sin esfuerzo.
Las historias de menosprecio son numerosas. Joan Sebastian, por ejemplo, tuvo que luchar arduamente para conseguir una presentación en el programa, mientras que otros, como Eugenia León, sufrieron críticas duras por su apariencia o talento. La presión de Velasco, que supuestamente se debía a su carácter irascible, culminó en un ambiente hostil para muchos artistas que solo buscaban una oportunidad.
Sin embargo, a medida que su carrera avanzaba, Velasco se enfrentó a la realidad de su comportamiento. En sus últimos años, reconoció que su actitud había sido perjudicial no solo para los artistas, sino también para su propia trayectoria. La soledad y el arrepentimiento lo acompañaron al final de sus días, cuando su programa fue cancelado y su legado se tornó en una serie de polémicas y descontentos.
La historia de Raúl Velasco es un recordatorio de cómo el poder y la fama pueden distorsionar las relaciones humanas, dejando a su paso un rastro de sueños rotos en el camino de muchos artistas.