Trágicamente, el mundo del cine se encuentra de luto tras la reciente revelación de las muertes de varios miembros del icónico elenco de “El Mago de Oz”. Esta película, que debutó en 1939 y ha sido un pilar del cine clásico, no solo nos brindó un viaje por el camino de ladrillos amarillos, sino que también dejó un legado de recuerdos imborrables. Sin embargo, detrás de la magia, se ocultan historias de vidas marcadas por la tragedia.
Judy Garland, la inolvidable Dorothy, falleció en 1969 a los 47 años por una sobredosis accidental de barbitúricos, dejando un vacío en el corazón de sus admiradores. Su voz y su interpretación de “Over the Rainbow” siguen resonando, pero su vida estuvo plagada de luchas personales. Margaret Hamilton, quien interpretó a la malvada bruja del oeste, falleció en 1985 a los 82 años, dejando una marca indeleble como una de las villanas más memorables del cine.
Jack Haley, conocido por su papel como el Hombre de Hojalata, murió en 1979 a los 81 años, mientras que Bert Lahr, el valiente león cobarde, dejó este mundo en 1967 a los 72 años, recordado por su inconfundible humor y calidez. La dulce tía Em, interpretada por Clara Blandick, se quitó la vida en 1962 a los 81 años, recordándonos que detrás de las sonrisas en la pantalla a menudo hay un dolor oculto.
El legado de estos actores perdura, pero sus muertes nos recuerdan la fragilidad de la vida en la industria del entretenimiento. Mientras celebramos sus contribuciones a “El Mago de Oz”, también reflexionamos sobre el costo de la fama y la lucha personal que muchos enfrentaron. En un momento donde el cine clásico se reevalúa, es crucial recordar no solo las historias que contaron, sino también las vidas que vivieron.