“Me preocupo mucho por Leo, y sé que él también se preocupa por mí,” confesó Rodrigo De Paul antes del Mundial. “Fuera del campo, somos muy cercanos porque ambos somos alegres, somos amigos. Estoy disfrutando cada momento con ellos.”

En Argentina, Messi es mucho más que un futbolista. Es un símbolo nacional, un líder espiritual. El hecho de que finalmente tuviera un equipo capaz de apoyarlo completamente fue clave para que La Albiceleste llegara al Mundial de Qatar como una de las favoritas.

“Leo tuvo una Copa América increíble,” añadió De Paul. “Vimos las estadísticas en Instagram y él lideraba en todas: asistencias, goles, regates, faltas recibidas, tiros a puerta…”

La mañana de la final en el Maracaná, De Paul le dijo: “Si perdemos hoy, tal vez este sea tu último partido con la selección…” Mientras él caminaba de un lado a otro nerviosamente, Messi estaba completamente tranquilo. “Si él está así, yo también tengo que calmarme,” pensó.

Más que un compañero de equipo

El papel de De Paul es claro: proteger y facilitar a Messi. En redes sociales lo llaman “el guardaespaldas” del 10, tanto táctica como físicamente. Aunque su temporada en el Atlético de Madrid no fue brillante, en Qatar jugó todos los minutos.

“‘El Pequeño’, como le digo a Leo, es una persona sencilla,” dijo De Paul entre risas. “Tomamos mate cada mañana, somos un grupo muy unido: Leo, Papu, Fideo, Paredes, Gio, Otamendi… Siempre en el mismo orden.”

Durante los partidos, su labor invisible es clave: en los tres primeros partidos del Mundial corrió más de 52 km, el doble que Messi. En el duelo ante Australia, su presión generó el error del portero rival y el gol de Julián Álvarez.

El complemento perfecto

“Muchas veces analizo el juego para que él no tenga que correr,” dijo De Paul. “Intento que tenga más espacios y que no gaste energía innecesaria. Nos entendemos con solo mirarnos.”

Estadísticamente, De Paul recuperó más balones que cualquier otro argentino en la fase de grupos (18) y fue el que más veces tocó el balón (336), aunque sus pases clave fueron escasos. No está allí para brillar con el balón, sino para hacer brillar a Messi.

Mientras Messi se mueve libremente como número 10, De Paul actúa como 8 por la derecha, muy cerca de él. “Si lo veo irse solo después del entrenamiento, subo, le preparo mate y una hora después le toco la puerta,” contó De Paul.

A pesar de no intercambiar muchos pases directos con Messi, su rol táctico es vital. Con sus movimientos sin balón, abre espacios para que el astro rosarino reciba sin marca. Su presencia constante permite que Messi conserve energía y evite contactos innecesarios.

“Jugar con Messi es como tener siempre la carta ganadora en el Truco,” comparó De Paul. “Cuando sabes que tienes esa carta, juegas con calma. Y así me siento yo, porque tenemos una amistad y una energía especial.”